Tengo una debilidad por el arte abstracto, que compone gran parte de mi esencia como artista. Esto conlleva una exploración de mi propio mundo emocional que me pone en contacto directamente con aquello que más me inspira -la naturaleza en todas sus formas, colores, texturas, luces y sombras-. Así surge “Perlas de color”, pequeñas joyas de elementos artísticos que despiertan en mí una sensación de libertad casi inexplicable a través de la vista, el tacto y, por supuesto, el sentimiento.
El proceso artístico no parte de ninguna idea ni boceto previo, sino que el concepto de sentimiento y emocionalidad se mantiene desde el momento en el que escojo cuidadosamente la paleta de colores de la que parto en cada serie, dejando a la elección del momento las texturas que se van generando a medida que avanza la obra, fruto de la experimentación. Así, la motivación de mi trabajo es el color por el color, descubrir qué me transmite cada tono, encontrar calidez y hogar a la vez que libertad en cada nueva combinación; en definitiva, reencontrarme conmigo misma en cada obra y en el conjunto de todas ellas, ya que siguen un hilo conductor.
Además de trasladar la belleza que yo percibo a un soporte pictórico que cualquier espectador pueda apreciar a través de los sentidos, mi obra tiene una intención claramente emocional, que busca ahondar en los propios sentimientos del público para que este se reconozca de una manera menos racional, llegando incluso a un punto romántico de evasión del entendimiento.
Una de las disciplinas que me conectan directamente al arte es el retrato. En la serie “Neoretratos”, un trabajo profundamente emocional, se aúnan todas las vertientes del arte que me gusta tratar en mi producción: la abstracción, el retrato a grafito y la experimentación con la materia. A ello se le suma la clara intención social que hay en el trasfondo de cada una de las piezas y que en conjunto muestran una dura crítica contra la intolerancia y el juicio que a menudo manifestamos contra personajes que se salen del canon de belleza que se ha ido labrando a lo largo de la historia bajo unas directrices muy concretas.
En “Neoretratos” hablo de vidas, de vivencias experimentadas en mi persona o en aquellos que configuran mi círculo cercano y que han supuesto un punto de inflexión en mi conciencia, mi manera de afrontar el mundo que nos rodea. Todos los personajes que conforman la serie de retratos dan nombre a distintas partes de mi ser, lo que me permite conocerme a mí misma, identificando cada una de mis emociones.
Este trabajo, que nace de la intuición y la incertidumbre, tiene una contundencia absoluta. A través de los personajes que resultan una fuente de inspiración y me ayudan a reconocerme y a plasmarme en el soporte pictórico, siento que con ello se transmite una reelaboración del concepto de belleza que incide en valorar la otredad que tradicionalmente ha habitado en los márgenes de la sociedad y que no ha de ser juzgado.